[hombre Hoy se cumplen tres semanas desde la misteriosa desaparición de la joven médico francesa Catherine Le Monnier.
[mujer] Por favor, si alguien sabe algo de nuestra hija, le ruego se ponga en contacto con la policía.
-[hombre] ¿Qué tenemos?
-Mujer, 40 años.
¿Crees que está relacionado con el de la chica francesa?
Dos secuestros en menos de un mes en torno a un mismo lugar.
No suelo creer en las casualidades.
Así que tenemos una mujer muerta y una desaparecida.
Ambas trabajadoras del mismo hospital.
Quiero que te infiltres en ese hospital y descubras al culpable.
Esta mañana hemos encontrado el cadáver de su compañera Isabel Freire.
Les aseguro que vamos a encontrar al responsable de su muerte.
Por múltiples indicios, podemos asegurar que es un trabajador de este hospital.
-!¡Ah!
-!¡Alto!
!¡Policía!
-Yo soy policía.
-Su agente ha puesto en peligro -todo el operativo.
-Si vamos a trabajar de manera conjunta, deberíamos hacerlo de forma coordinada, comisario.
La forense tiene los resultados de la autopsia de Isabel Freire.
Isabel Freire estaba embarazada.
¿Por qué no nos contó nada de que su esposa, la señora Freire, estaba embarazada?
Después de tener a Fran, yo me hice la vasectomía.
Si Isabel estaba embarazada, desde luego yo no puedo ser el padre.
Doctora Yagüe, ¿podría hablar con usted un momento?
Ya les dije todo lo que sabía sobre Isa.
Todo menos un detalle.
El nombre del amante de Isabel Freire.
Lo siento, pero no sé de qué me está hablando.
Espero que no me esté ocultando información.
La policía está preguntando por ti.
¿Sabías que estaba embarazada?
-Pero ¿cómo iba a saberlo?
-Espero no arrepentirme -de habérmela jugado por ti.
-¿Dónde estaba la noche -que desapareció?
-Aquí, leyendo el informe de unas autopsias.
Vidal, revise de nuevo las cámaras de seguridad del hospital del día de la desaparición de Isabel Freire.
-[Vidal] ¿Qué buscamos?
-Al forense.
Quiero saber a qué hora salió de aquí.
La madre que me parió.
Comisario, creo que debería ver esto.
-¿Quién es?
-El marido de la enfermera asesinada.
Me gustaría que me explicase cómo poder ser que alguien exacto a usted aparezca en una de las cámaras de seguridad del hospital -de aquel día.
-Me da vergüenza recordar que -estoy yendo a terapia.
-¿Es consciente de que esto lo convierte en uno de los principales sospechosos del asesinato de su mujer?
Hemos encontrado el coche de Isabel Freire.
Lo encontramos en el coche.
Debe de ser del hijo de la enfermera.
[mujer] Por favor, me acaban de secuestrar.
Es un hombre.
-Dios, por favor.
-Si necesita escucharlo -otra vez.
-No hace falta, esa no es -mi mujer.
-Tenemos un problema.
Han secuestrado a otra mujer.
[música de suspenso] Hemos encontrado este oso de peluche en el maletero del coche de su compañera, la señora Freire.
¿Alguien lo reconoce?
Yo.
Se lo regalé a Kiko, el hijo de Isabel.
-El niño está bien, ¿verdad?
-Sí, está bien, doctora Yagüe.
No se preocupe.
Escuchen atentamente, por favor.
Vidal.
[mujer] Por favor, me acaban de secuestrar.
Es un hombre.
Por el ruido, creo que, que estoy en el campo.
-Pobre Isabel.
-Esa no es Isabel.
-[mujer] Por favor.
-¿Cómo que no?
-[mujer] Por favor.
-Comisario, créame.
Conozco la voz de mi amiga y no es esa.
La creo.
El marido de la señora Freire ha descartado también que sea su esposa.
Y si no es Isabel, ¿quién es?
Catherine no puede ser.
No se parece a la voz que tenía.
Tiene.
A no ser que usted sepa algo de su desaparición.
Ya, ya me entiende, inspector.
Yo no entiendo mucho, soy un poco cortito.
Y si no es Isabel ni Catherine, eso quiere decir... -que han secuestrado... -Exactamente, doña Adela.
Han secuestrado a otra mujer.
[murmullos] Silencio.
Silencio.
Estamos intentado averiguar quién es el culpable.
Nos van a matar a todas y ustedes no están haciendo nada.
Cálmese, señorita.
A no ser que quiera que la protejamos en los calabozos de comisaría.
-Es lo último ya.
-Un momento.
Por favor, comisario.
Lo importante ahora es identificar a esa mujer.
El tiempo corre en nuestra contra.
Vuelvan a escuchar el mensaje, por favor.
[mujer] Por favor, me acaban de secuestrar.
Es un hombre.
Por el ruido, creo que, que estoy en el campo.
-Y... -Es, es Sara.
Sara Guzmán.
La, la psiquiatra del hospital.
¿Está seguro?
El doctor tiene razón.
Es ella.
[música de suspenso] La doctora Guzmán es una de nuestras psiquiatras.
Lleva trabajando aquí seis o siete años, y que yo sepa, no ha tenido nunca ningún problema con nadie.
¿Tenía algún tipo de relación con Catherine Le Monnier -o la enfermera Isabel Freire?
-No lo sé la verdad.
Sara es psiquiatra, no suele tener contacto con el resto del personal médico.
Quizás su marido.
¿Su marido trabaja aquí también?
Sí, es uno de nuestros mejores anestesistas.
-¿Cómo se llama?
-Gorka Montero.
-¿Dónde podemos encontrarle?
-Imagino que estará en su casa.
Hace un par de horas que terminó su turno.
Vidal, encárguese de localizarle.
Sí, señor comisario.
Es aquí.
[golpea la puerta] ¿Sara?
[golpea la puerta] ¿Doctora Guzmán?
Mercedes, por favor.
¿Has visto a la doctora Guzmán?
No.
Acabo de cancelar todas sus citas, doña Adela.
La vi salir de su consulta ayer a última hora.
-¿La has llamado?
-Sí, y nada.
Tiene el teléfono desconectado.
¿Está bien?
Es que una compañera me ha dicho... Gracias, Mercedes.
-¿Ha pasado algo?
-Sigue con tu trabajo.
Doña Adela, ¿sabe si la doctora Guzmán viene a trabajar en coche?
[música de suspenso] Es este.
No parece que le haya ocurrido lo mismo que a Isabel Freire.
Gracias a Dios.
Vidal, el coche de Sara Guzmán está en el parking.
Nosotros acabamos de llegar.
Le llamo en cuanto sepa algo más.
Vamos.
[timbre] -¿Señor Montero?
-Sí, soy yo.
¿Es usted el marido de la doctora Guzmán?
Sí.
¿Pasa algo?
¿Podríamos hablar un momento?
¿Es por Isabel, o... o por Catherine?
Mejor hablamos dentro.
Gracias.
[Sara] Por favor, me acaban de secuestrar.
Es, es, es un hombre.
Por el ruido, creo que, que estoy en el campo.
Esa es mi mujer, ¿qué significa esto?
¿Cuándo fue la última vez que vio usted a su esposa, -señor Montero?
-Ayer en el hospital.
-¿Dónde está?
-Creemos que ha sido secuestrada por la misma persona que se llevó a Catherine Le Monnier y asesinó a Isabel Freire.
¿Qué?
Necesito su permiso para registrar la casa.
¿Por qué?
Porque cualquier prueba que encontremos puede ayudarnos a dar con ella.
Eso es lo que usted y yo queremos, ¿no es así?
Sí, claro, sí.
Señores, no quiero que dejéis ni un palmo de la casa sin revisar.
¿Qué hizo usted anoche, señor Montero?
¿Creen que yo le he hecho algo a mi mujer?
A ver, no se me ponga a la defensiva, ¿eh?
Yo solo hago mi trabajo, y mi trabajo consiste en sospechar de todo el mundo, incluido el marido de la víctima.
Colabore.
Estuve encerrado en una operación toda la noche.
Había diez personas conmigo, pueden comprobarlo.
Después fui a desayunar con los compañeros de sindicato.
Volví a casa, llamé a Sara y... no me ha devuelto la llamada.
¿Recuerda cómo iba vestida?
No lo sé.
Creo que llevaba el vestido rojo, pero, pero no lo puedo asegurar.
No, sí, no, llevaba el vestido rojo, sí.
[hombre policía] Inspector.
Fíjese la fecha de renovación.
¿Por qué renovó ayer su mujer el pasaporte?
No tengo ni idea.
Gracias, Vidal.
-¿Se sabe algo nuevo?
-No.
Su marido tampoco sabe nada de ella.
Las próximas horas son cruciales, doña Adela.
Necesitamos saber qué hizo, dónde fue, con quién habló, hasta el momento de su desaparición.
Claro.
Pero dígame qué necesitan exactamente.
Para empezar, entrar en su despacho, -mirar su agenda, su ordenador.
-Lo siento, pero eso es imposible.
Doña Adela, creo que no ha entendido lo importante que es la situación.
Lo he entendido perfectamente, comisario, y me hago cargo de la importancia que tiene, pero ni yo ni la junta de accionistas podemos permitirlo.
Ese despacho está lleno de expedientes confidenciales.
No nos pagan por cotillear, nos pagan por salvar vidas.
No vamos a mirar sus expedientes.
¿Ah, no?
¿Va a decirme que si la doctora Guzmán atendió un paciente, no va a mirar su expediente?
Cada minuto que pasa cuenta.
Y su psiquiatra podría aparecer muerta en una cuneta.
No me cargue con su responsabilidad.
La mía es proteger a mis pacientes y proteger los intereses de mi hospital.
La suya es encontrar a esas mujeres.
Salga a buscarlas, y si vuelve con una orden del juez, yo le abriré todas las puertas que sean necesarias de este hospital.
Si me lo permite, voy a volver a mi trabajo.
Yo le estoy escuchando, señor juez, pero parece que el que no escucha es usted.
En ese despacho podemos encontrar algo que nos diga dónde están esas mujeres.
!¡No puede poner la confidencialidad por encima de la vida de una mujer!
Sí, desgraciadamente le estoy escuchando.
-¿Qué pasa?
-Parece que no pinta bien -con el juez.
-Ajá.
Se está haciendo la estrecha.
-¿La estrecha?
-¿Sabes cuándo una mujer se te resiste y te da largas?
No, nunca me ha pasado la verdad.
Perro ladrador, poco mordedor.
Yo creo que tú mucho lirilí, y muy poco lerelé.
El juez no nos va a dar permiso para entrar -al despacho de la psiquiatra.
-A veces me pregunto si están en el mismo bando que nosotros.
¿Podemos hacer otra cosa?
Quizá si hablamos con mi gobierno... Claro, con lo rápido que son los políticos, para cuando se pongan de acuerdo y resuelvan todos los conflictos diplomáticos, habrá tres muertas más -sobre la mesa.
-Tenemos que encontrar otras vías de investigación aparte de ese despacho.
La psiquiatra renovó ayer su pasaporte.
Pide que comprueben si pensaba viajar a algún lugar.
¿Y ya está?
A ver, ese sitio no es solo un despacho, es el último sitio donde vieron con vida a una de las mujeres desaparecidas.
Tenemos que entrar ahí -diga lo que diga el juez.
-No vamos a tener otra vez -esta discusión, Víctor.
-Ah.
Yo, sin que sirva de precedente, -estoy de acuerdo con Víctor.
-Yo también.
-Lo siento, pero no.
-Si la investigación falla, no es culpa del juez, ni del gobierno español ni del francés.
Todos esos se lavarán las manos.
Si falla, es culpa de la policía, es culpa mía.
Pero sobre todo es culpa tuya.
¿De verdad vamos a cometer los mismos errores que en Cienfuegos?
¿Estás dispuesto a cargar con más muertes a tus espaldas?
Porque yo no.
Nosotros vamos a ir a comisaría a interrogar de nuevo al marido de la señora Freire, es nuestro principal sospechoso.
Alain, aprovecha tu descanso y acércate a la furgoneta.
Revisa las grabaciones de los micrófonos, a ver si encuentras algo interesante allí.
-Y tú, Víctor.
-¿Sí?
Quiero que entres al despacho de la desaparecida.
¿Y el juez?
Que le den al juez.
[música de suspenso] Ahí está.
"El expediente del marido de Isabel Freire".
¿Es necesario que me grabes?
[Sara] ¿Te molesta?
Bueno, no me gustaría que la gente supiera que vengo a verte.
[Sara] ¿Por qué?
Porque bastante tengo ya en mi vida como para que la gente empiece a comentar también que tengo... problemas mentales.
[Sara] ¿Crees que tienes problemas mentales?
-No.
-[Sara] ¿Entonces qué te pasa?
No lo sé.
Llevo semanas sin dormir bien.
No dejo de darle vueltas a la cabeza... pensando cómo ha podido llegar a esto.
[Sara] ¿A dónde?
Tengo 45 años.
No tengo trabajo.
Mi vida se desmorona.
Y mi mujer me va a abandonar.
[Sara] ¿Por qué crees que tu mujer te va a abandonar?
Porque... tiene un amante.
Mira.
Señor Méndez, sé que me está ocultando algo, y vamos a terminar descubriéndolo.
Una llamada para el comisario Casas.
Gracias.
¿Sí?
Necesito hablar con él, ¿dónde está?
No, ahora no puede ponerse, está interrogando al marido de la señora Freire.
¿Alguna novedad?
No sé qué más quiere que le diga, comisario.
Les he contado todo lo que sé.
Iba a la psiquiatra porque tenía problemas en mi matrimonio, ¿qué culpa tengo yo de que le haya pasado algo?
Llevo aquí encerrado ya no sé ni cuántas horas, por favor.
[susurra] -Gracias.
-¿Qué pasa?
Volvamos al principio.
¿Por qué fue a la consulta de la doctora Guzmán?
¿En serio me va a volver a preguntar lo mismo?
Hay una mujer muerta y dos desaparecidas.
-¿Tengo cara de estar bromeando?
-Necesito descansar.
Y yo necesito unas vacaciones, pero ya que ninguno de los dos tenemos lo que necesitamos, ¿por qué fue a la consulta de la doctora Guzmán?
Fui porque me encontraba deprimido y no conseguía dormir.
Ya, ¿pero no se lo contó a nadie?
-No.
-¿Ni siquiera a su mujer que trabajaba en el mismo hospital -al que iba a ver al psiquiatra?
-Exacto.
-¿No le parece raro?
-¿El qué?
¿Cuántos psiquiatras privados puede haber en Madrid?
¿Mil, 2 mil, 5 mil?
Y usted elige a una psiquiatra que conocía a su mujer y que estaba en el mismo hospital -en el que trabajaba ella.
-Bueno, ¿y qué quiere que le diga?
¿Por qué no nos contó que sabía que su mujer tenía un amante?
Porque no lo sabía.
Escúcheme atentamente.
Vuelva a mentirme, y le aseguro que no pararé hasta haberle encerrado el resto de su vida.
¿Por qué no nos contó que sabía que su mujer tenía un amante?
¿A usted le gustaría que todo el mundo supiera que su mujer le ponía los cuernos?
Hablamos de usted, no de mí.
Y de acá, la única persona que sabía que usted conocía esa información y su coartada para el secuestro de su mujer, está ahora mismo desaparecida.
Pero ¿de verdad cree que yo le he hecho algo -a la doctora Guzmán?
-No es lo que yo piense, es lo que dicen las pruebas.
Y ahora mismo, si quiere que le diga la verdad, señor Méndez, todas empiezan a jugar en su contra.
Dígame dónde puedo encontrar a la doctora Guzmán.
No lo sé, esto es una locura.
!¡Dígame dónde puedo encontrar a la doctora Guzmán!
!¡Es que no lo sé!
!¡No lo sé!
Más le vale que encontremos a esas mujeres con vida, si no, yo mismo me encargaré de usted.
Yo no le he hecho nada a mi mujer, ni le he hecho nada a la doctora Guzmán, ni le he hecho nada a esa chica francesa.
Me tiene que creer, comisario, por favor.
Lo único que quiero es volver con mi hijo, por favor, por favor.
[música de suspenso] Viene contenta.
¿Por qué viene contenta de fuera?
Son cosas como... como se viste para salir.
[traqueteo de llaves] [música de suspenso] ¿Cree que el marido de la señora Freire es el culpable?
No lo sé.
Por lo pronto, sabemos que nos ha mentido una vez tras otra.
Y ante la duda, prefiero mantenerlo detenido.
Al menos hasta que demos con la doctora Guzmán y con Catherine.
Necesitamos revisar de nuevo las cámaras de seguridad del hospital.
Quiero saber a qué hora salió la psiquiatra de allí, y triangular las llamadas de su teléfono.
¿Me está dando órdenes, comisario?
Estoy colaborando con usted.
¿No es lo que se supone que hacemos?
A no ser que prefiera quedarse aquí viendo la televisión.
Aunque le advierto que a estas horas no ponen nada interesante.
Repartan fotografías de la doctora Guzmán a todas las unidades, pero sin filtraciones.
Les aseguro que si alguien, quien sea, habla con la prensa, rodarán cabezas.
Quiero encontrar a esas dos mujeres con vida.
Esa es nuestra máxima prioridad.
¿Qué me dice?
¿O para usted, como la doctora Guzmán no tiene nacionalidad francesa, no lo es?
Le avisaré si encontramos algo en las cámaras.
[música de suspenso] [golpes a la puerta] Acabo de ver un video de Enrique... Consulta de la doctora Yagüe.
Está hablando con Miguel, el forense, el amante de Isabel Freire.
[Miguel] ¿Enrique sigue detenido?
[Belén] ¿Te preocupas por él?
¿O por si vuelven a recaer las sospechas sobre ti, Miguel?
¿Se puede saber qué te he hecho?
A mí no me has hecho nada.
Lo que me asusta es que ya no estoy segura de si le has hecho algo a Isabel.
[Miguel] No me lo puedo creer.
Yo no he tenido nada que ver ni en lo de Catherine, ni en lo de Isabel, ni lo de Sara, y tú lo sabes.
No, yo lo único que sé es que Isabel ha aparecido muerta, embarazada de ti.
Y que tú solo te preocupas por salvarte y porque tu mujer no se entere, eso es lo único -que yo sé.
-Oye, perdona por no querer ir a la cárcel por un crimen que no he cometido.
Isabel te quería.
Belén, no le mentí.
Le dije siempre que lo nuestro nunca iría más allá.
¿Soy culpable por eso?
La última vez que la vi estaba muy nerviosa.
[Belén] Me dijo que pasaba algo, que... que ya me lo contaría, pero que tenía que irse.
Y nunca llegué a saber qué pasaba.
No sé, ¿habíais discutido o qué?
No.
Llevábamos dos o tres días evitándonos, y... [interferencia] [Miguel] Isabel quería dejar a su marido.
Quería tener ese hijo, y yo no.
¿No sabes a qué podía referirse?
[Miguel] Creo que... -Joder.
-¿Qué está pasando?
[Miguel] No sé exactamente cuándo, pero creo que fue un par de semanas antes de que desapareciera Catherine.
Vi que se traían algo entre manos.
Hasta ese momento, nunca los había visto hablar tanto, y... Pero no era una relación de amistad como la que podías tener tú con ella.
No sé.
Era como si... Mierda.
Algo está con interferencias.
Espérame aquí.
-¿A dónde vas?
-No podemos perder esta conversación, grábalo todo.
Claro.
[música de suspenso] -Víctor.
-¿Sí?
Lleva estos informes al doctor Molina.
Claro, ahora mismo.
[teléfono] ¿Siguen las interferencias?
Como una radio estropeada.
¿Qué está pasando?
Víctor, ha vuelto la señal.
-He vuelto a perderla.
-Es la sala de rayos.
[golpea la puerta] Perdona, ¿sabe dónde está Lidia, la jefa de enfermeras?
-No.
-¿Y alguno de mis compañeros?
¿Aquí?
Aquí solo estamos el técnico de rayos y la paciente de la 104 para unas radiografías.
Es que me han pedido que lleve esto al doctor Molina, y no tengo ni idea de dónde está.
-Pediatría.
-¿Y en qué planta?
Giras a la izquierda y subes hasta la tercera planta.
Ya, ya me acuerdo.
Muchas gracias.
¿Tenemos algo?
[Miguel] No sé.
Pero piénsalo, Belén.
¿Dos o tres semanas antes de desaparecer Catherine -no te contó nada?
-[Belén] No.
[Miguel] Pues, algo pasó.
Algo hizo o le hicieron.
Así que, si quieres seguir culpándome de todos los males de este hospital, pues, tú veras, adelante.
[Belén] ¿Y Sara?
¿Qué tenía ella que ver con todo esto?
[Miguel] No sé, quizá averiguar algo y se la ha quitado de en medio.
No sé.
Pero ten cuidado.
[sirena de policía] La psiquiatra acababa de renovar su pasaporte, y por lo que hemos podido comprobar, había solicitado la visa para ir a Estados Unidos.
Es habitual, los médicos suelen tener congresos.
Solo la pidió ella.
Además, hemos comprobado que no había pedido permiso -para ausentarse del hospital.
-Así que pensaba marcharse sola y sin decírselo a nadie.
Eso puede querer decir que tenía miedo y quería escapar de algo.
Ya, ¿pero por qué no le contó nada a su marido?
Quizá porque de quien tenía miedo es de él.
El marido tenía coartada.
Estaba operando, junto a diez personas.
-También lo he comprobado.
-Es desesperante, una mujer muerta, dos desaparecidas, y mil pistas que no tienen nada que ver unas con otras.
Necesito que vean algo.
Esto es una captura de las 09:00 de la mañana, cuando la psiquiatra entró en el hospital.
Va con el vestido rojo del que nos habló su marido.
-¿Y a qué hora salió?
-Eso es lo extraño.
Hemos repasado todas y cada una de las cámaras.
Ninguna registró su salida.
Porque la sacaron en el maletero del coche de Isabel Freire.
Allí fue donde encontramos el oso con su voz.
¿En el coche de la señora Freire?
No, es imposible que ese coche se acercara al hospital.
Media ciudad lo estaba buscando.
Habría que estar loco para hacer algo así.
Y en los videos de las cámaras del parking se vería algo.
-¿Y si el oso es una trampa?
-¿Cómo una trampa?
No lo sé.
Pensemos en todas las opciones posibles.
Según las cámaras, Sara Guzmán no salió por ninguna de las puertas, ni pisó el parking, y la metieron ahí en ese coche.
¿Y si con ese mensaje el culpable solo quería despistarnos?
La obligó a grabarlo porque... Porque sigue allí dentro.
[música dramática] [sirena de policía] Quiero un agente en cada puerta.
En todas.
No quiero que nadie salga ni entre sin identificarse, me da igual si son trabajadores o pacientes.
Sí, señor.
¿De verdad cree que vamos a encontrar a esa mujer -aquí dentro?
-No tengo ni idea de lo que vamos a encontrar, comisaria, pero no quiero que nadie pueda echarme en cara que no lo registramos todo.
Comisario, ¿se puede saber que está haciendo?
Nuestro trabajo, doña Adela.
Buscar a la doctora Guzmán.
Si no podemos buscar en los despachos, tendremos que hacerlo en el resto del edificio.
¿Perros?
Aquí no pueden entrar perros.
Esto es un hospital.
Lo siento, ahora es la escena del crimen.
Vamos.
Ya sabemos lo que tenemos que hacer, ¿no?
Venga, señores.
[golpean la puerta] [Daniel] ¿Me ha llamado, doña Adela?
Sí, pasa, Daniel.
Solo quería comprobar una cosa.
¿Has hablado con alguien sobre Catherine?
No, claro que no.
¿Por qué iba a hacer eso?
Porque en un momento dado podrías no calibrar bien lo que nos estamos jugando.
Sé perfectamente lo que me juego.
Pero si yo caigo, este hospital se va a quedar sin su mejor cirujano.
Y usted eso no lo va a tolerar.
Sobre todo, cuando gran parte de la financiación depende de los pacientes que vienen por mí, ¿verdad?
Nadie es imprescindible, Daniel.
Yo que usted no me arriesgaría.
[música de suspenso] [ladridos] Aquí, aquí.
Parece que ha encontrado algo.
[ladridos] [música de suspenso] Avisa al comisario.
¿Qué ha pasado?
¿La han encontrado?
Han encontrado su vestido.
-Pero ¿el cuerpo está ahí?
-Ginés, por favor.
¿Quién estaba en esa habitación?
Un paciente con problemas cardiacos.
¿Qué pasa?
Han encontrado la ropa de Sara.
Inspector, ¿han encontrado a Sara?
No puedo decirles nada.
Inspector, es nuestra compañera, estamos muy preocupados, ¿y no puede decirnos nada?
Lo siento.
Y le recuerdo que, hasta que no se demuestre lo contrario, son todos sospechosos.
Esto es el colmo.
Natalia, te recuerdo que te esperan... -en la 113.
-Sí, jefa.
El inspector tiene razón.
Si le hicieron algo en esa habitación, es porque sabían que justo en ese momento estaba vacía, ¿no?
¿Qué quieres decir?
Nada, solo digo lo que dijo la policía.
El asesino es alguien que trabaja aquí, ¿no?
Ya, pero es que yo le di el alta al paciente que estaba en esa habitación.
¿Soy sospechosa entonces?
No lo sé, dímelo tú.
-¿Quién más lo sabía?
-Cualquiera que tenga acceso al control de enfermería, por ejemplo.
¿Tienes tú algo que ver?
-No.
-¿O los celadores?
Ginés mismo pudo haber llevado al paciente hacia la salida.
¿Verdad, Ginés?
Y saber que esa habitación estaba vacía.
No, sí, ahora me vais a echar a mí la culpa, ¿no te jode?
Ginés.
[música de suspenso] Pasa, pasa.
-¿Todo bien?
-Es Ginés.
-¿Ginés qué?
-El tío que entró en el despacho de Sara Guzmán la psiquiatra y se llevó el informe número 2046.
-Es Ginés, el celador.
-¿Dónde está?
No lo sé, lo he perdido.
Dividámonos, OK?
[música de suspenso] [teléfono] -¿Sí?
-Víctor, está saliendo del hospital.
Vidal, tenemos un sospechoso, Ginés Castillo, un celador.
Está saliendo por la puerta principal, has que me dejen salir, rápido.
[música dramática] -Dime.
-Ha vuelto a entrar.
A tu espalda.
Escalera derecha.
[música de suspenso] Alain, baja al sótano, rápido.
[sirena de policía] Claramente le quitaron la ropa con violencia.
-Fijaos aquí.
-¿Algún resto de fibra?
Solo hemos encontrado un pelo rubio.
No puede ser de la víctima, así que esperemos -que sea del culpable.
-Claramente se arriesgó mucho.
Cualquiera podría haber entrado en esa habitación y haberlo descubierto in fraganti.
Pero no puedo sacarla desnuda del hospital.
-¿Y si le cambiaron la ropa?
-¿Para qué?
Para que nadie sospechase.
¿Qué es lo que no llama la atención en un hospital?
-Los médicos.
-Y los pacientes.
Tendremos que revisar de nuevo los videos -de la cámara de seguridad.
-No me lo diga, comisario, -me va a volver a tocar a mí.
-Busquen a una mujer rubia.
La psiquiatra es morena.
El pelo que encontramos en su ropa no era de su atacante.
Era de una peluca.
Está jugando con nosotros.
Buscamos a una mujer rubia vestida con pijama de hospital.
[teléfono] Dime, Víctor.
Vamos para allá.
Víctor y Alain han encontrado algo en el sótano del hospital.
[hombre] Contésteme, ¿qué hacia usted en el sótano?
¿Por qué bajó?
Me pidieron que bajara al deposito, y no conozco bien el hospital, y me perdí.
El señor Cepeda es nuevo.
Acaba de incorporarse -en la plantilla.
-Entiendo.
Y me llamó porque no tenía claro qué hacer.
No se vayan del hospital por si quiero volver a verles.
Pueden volver al trabajo.
Usted también puede marcharse, doña Adela.
Si la necesitamos, ya la llamaremos.
Claro.
Ya sabe dónde encontrarme.
[vidrio rompiéndose] !¡Tengan un poco de cuidado, por favor!
Por lo que parece, ese celador, Ginés, está viviendo aquí.
Y hay varios recortes con noticias sobre Catherine.
Y lo peor es esto.
Mire.
Restos de sangre.
Vamos a empezar de nuevo, pero esta vez vamos a fijarnos en los detalles, como una pareja de recién casados que está empezando a conocerse.
La cámara de la puerta C, a la misma hora.
Ahí está.
Amplíalo.
Bingo.
Comisario, lo tenemos.
Sí, hemos encontrado el momento donde la sacan del hospital.
Es Ginés Castillo.
Mjm.
Voy para allá.
[timbre] -¿Sí?
-Muy buenas, señora.
Estoy buscando a Ginés Castillo.
¿Quién lo busca?
Policía.
Ese desgracia'o ya no vive aquí.
¿Y sabe dónde puedo encontrarle?
No, ni quiero saberlo.
Desde que le denuncié tiene una orden de alejamiento.
¿Le denunció?
Por malos tratos.
Tenga cuidado con ese hombre, es un mal bicho.
Y es peligroso.
La sacaron inconsciente en una silla de ruedas.
¿Y fuera?
No se ve dónde la dejan exactamente.
Desaparece del campo de visión de las cámaras, y cuando vuelve a aparecer, la silla está vacía.
-Así que colabora con alguien.
-O la metió en el maletero de su coche, que ya no me extrañaría nada.
Entonces es él.
Según su exmujer, es machista, es violento y ha tenido problemas de alcohol.
En el hospital no es que sea míster simpatía precisamente.
Tras el divorcio puede haber generado algún tipo de rencor hacia las mujeres.
[hablan en francés] Lo siento, pero si tengo que trabajar para el hospital y la policía sin levantar sospechas, y en mis descansos tengo que seguir trabajando, ¿cuándo como?
Cuando tenemos dos mujeres desaparecidas y una muerta, aquí o se come o se duerme, tú eliges.
Tenemos a un asesino campando por la ciudad.
No creo que tardemos mucho en dar con él.
No tiene a dónde caerse muerto.
Dormía cada noche en ese cuartucho.
Entonces hagamos que vuelva a casa.
Su suite del sótano le está esperando.
¿Qué propone?
Ginés no sabe que somos policías.
No sabe que le estamos buscando.
Convoca a prensa y denuncia que hemos cogido al culpable.
¿El marido de la enfermera Freire?
Da igual, no hace falta que digamos quién.
En cuanto Ginés crea que no está en peligro, acabará volviendo a la madriguera.
Así que en el hospital no estaba.
¿Y dónde se la llevaron?
Si ha sido él mismo, puede ser que se la llevaran donde mataron a Isabel.
Todo esto no tiene ningún sentido.
Yo por si acaso voy a cogerme unas vacaciones y me voy a ir muy lejos de aquí.
No quiero ser la siguiente.
-No creo que sea buena idea.
-Vas a parecer culpable.
Eso, y que no te quedan días.
Gracias, Lidia.
Tú siempre tan comprensiva.
-Natalia, ya... -Bueno, a lo mejor deberíamos organizarnos.
Primero, que ninguna de vosotras salga sola de aquí.
-Rápido, poned la tele.
-¿Qué ha pasado?
No lo sé, ha pasado algo.
[hombre] Según fuentes cercanas a la investigación, la policía podría haber detenido al culpable de la desaparición de la joven médico francesa Catherine Le Monnier, y de la muerte de la enfermera Isabel Freire.
Todo indica que ya está en dependencias policiales a la espera de pasar a disposición judicial, aunque no ha trascendido su identidad.
En relación al mismo caso, hay que señalar que continúa detenido Enrique Méndez, marido de la enfermera asesinada, y hasta ahora, principal sospechoso del crimen.
[mujer] Sin duda la pesadilla que se está viviendo en el Hospital Policlínico de Madrid desde hace unas semanas parece estar cerca del fin.
Una buena noticia para las decenas de trabajadores y pacientes que atraviesan cada día sus puertas, y que ahora pueden respirar tranquilos.
De hecho, la policía ha retirado ya sus efectivos del centro hospitalario y en breve podría a darse por finalizada la investigación.
[sirena de policía] [música de suspenso] [teléfono] ¿Sí?
-¿Estás con Alain?
-[Víctor] No.
Búscalo.
Ginés irá a los sótanos.
Alain los conoce bien.
Los quiero a los dos juntos allí.
No quiero que asumáis riesgos innecesarios.
-¿Me has entendido?
-[Víctor] Fuerte y claro, comisario.
[habla en francés] ¿Y esto?
Teníamos un café pendiente.
Pues, sí, es verdad.
Perdona.
La verdad que no está la cosa como para... Para salir con desconocidos a tomar café, ¿no?
Exactamente.
Bueno, sé que acabo de llegar, que tengo un acento raro... [risas] Lo tengo, ¿no?
Un poquito.
Te arranqué una sonrisa.
No está mal para un primer café, ¿no?
Pues, no.
No está mal la verdad.
Imagínate si te invito a una copa.
-¿Perdón?
-¿Qué?
Lo siento, estoy yendo muy rápido.
Olvídalo.
-No, no, no te preocupes.
-Olvídalo todo.
Sí, sí, tienes razón.
Soy idiota, con todo lo que está pasando... Claro que no es el mejor momento.
Bueno, si es verdad lo que están diciendo la noticias... No sé, lo mismo sí que es un buen momento para empezar a olvidarse de todo.
Sí, sí.
Y, y salir conmigo.
Alain.
[Alain] ¿Sí?
Nada, te está buscando el doctor Manrique.
Ya, siempre tan oportuno.
-[Víctor] La vida es así.
-Os dejo.
-Hablamos, ¿vale?
-Mjm.
¿Qué pasa?
Que estamos en una misión, eso pasa.
Estoy ganándome a la mejor amiga de una de las víctimas, ¿hmm?
Quiero averiguar de qué habló con Miguel cuando perdimos la señal.
Claro.
Se te ve muy interesado en eso, sí.
Venga, vámonos.
-¿A dónde?
-A vigilar los sótanos.
Casas nos quiere allí.
[Alain] Espera.
Si llevara un periódico con agujeros para los ojos, se notaría menos que es policía.
Yo pensaba que era exigente con los míos, pero usted está en una nueva dimensión.
Debe ser complicado no encontrar nada a su gusto, ¿no?
Es el precio de la excelencia.
¿Cómo cree que he llegado hasta aquí, comisario?
Con mucho esfuerzo, imagino.
Como todos.
Fui la primera de mi generación en ser comisaria.
París en aquella época no era un lugar fácil para las mujeres.
Más o menos como España ahora.
¿Tiene familia?
Todos tenemos una, ¿no?
Ya me entiende.
Si la pregunta es si me casé y tuve hijos, la respuesta es no.
Pero tengo un gato y una tortuga a los que adoro.
¿Y usted?
Yo me casé y tuve un hijo.
¿Y?
Me habría ido mejor con un gato y una tortuga.
¿Qué falló?
Tuve que decidir qué era más importante, si mi carrera o mi familia.
Conseguí un ascenso, pero... les perdí a ellos.
No le dé más vueltas.
Solo hay alguien que odia más nuestra profesión que los criminales.
Los que tienen que soportar nuestras ausencias cada día.
Y, sobre todo, cada noche.
Por eso tantos policías acaban juntos.
[Vidal] Señor, se acerca el sospechoso.
Puerta D. Que nadie lo pare.
Déjenlo entrar.
Víctor, está entrando.
Puerta D, recibido.
Por aquí, vamos.
[música de suspenso] Está entrando Ginés al cuarto.
[Casas] No os mováis de ahí.
Cualquier cosa que haga podría llevarnos hasta Sara Guzmán o Catherine Le Monnier.
[música de suspenso] -Él sabe que hemos estado ahí.
-Tú sube, yo le sigo.
[música de suspenso] Uy.
¿Qué?
¿Buscando un buen sitio para echar un piti?
-¿Quieres?
-No.
No, no, gracias.
No fumo.
¿Y tú qué haces aquí?
Tu turno ya acabó, ¿no?
Que se me ha olvidado una cosa, y... y quería estar seguro de que lo había hecho, venga.
-¿Estás bien?
-Sí, sí, muy bien, muy bien.
-Estás sudando.
-Estoy bien.
Vale.
Buenas noches.
[música de suspenso] Eh, se acabó el paseo.
Al suelo.
Las manos donde yo pueda verlas, venga.
Venga.
A no ser que lleves un chaleco antibalas, yo que tú no lo haría.
!¡Venga, al suelo, hostia!
Las manitas arriba.
[música dramática] [sirena de policía] Señor Méndez, puede irse.
¿Que qué?
Hemos detenido al verdadero culpable de la muerte de su mujer, y de la desaparición de la señora Guzmán.
Uno de los celadores del hospital.
¿Y ya está?
Entiendo que no haya sido fácil, pero nosotros solo nos limitamos a hacer nuestro trabajo.
Pues, enhorabuena.
Se han lucido.
De verdad que lo siento, pero usted tampoco nos ha puesto las cosas fáciles.
Le voy a denunciar.
Voy a terminar con ustedes.
Está en todo su derecho.
!¡Hijo de puta!
¿Qué le has hecho a mi mujer?
-¿Dónde está Sara?
-!¡Señor Montero!
Suéltenme.
-¿Por qué le dejan salir?
-El señor Méndez es inocente.
¿De qué está hablando?
Hemos detenido al verdadero culpable.
Será mejor que le lleven al hospital y le vean esa herida.
Señor, ya está aquí el detenido.
Muy bien.
-¿Dónde está?
-Le hemos llevado a interrogatorios.
¿Quiere que empiece yo?
-No, yo me ocupo.
-Comisario, las cosas se ponen feas para el celador.
-¿Qué pasa?
-Acabamos de recibir los análisis de la sangre que encontramos en su cuarto.
¿Coincide con alguna de las víctimas?
[música de suspenso] Buenas noches, señor Castillo.
Supongo que ya sabe por qué le hemos detenido.
¿Le han leído sus derechos?
Sí, pero yo no lo he hecho nada a esas mujeres.
¿Sabe lo que es esto?
Una analítica, ¿no?
Pero yo solo soy celador, -no soy enfermero.
-Sé que es usted celador.
¿Puede leer lo que pone en la analítica?
"El resultado de la analítica realizada confirma al cien por cien que la sangre... hallada en el sótano del Hospital Policlínico de Madrid es... es de Catherine Le Monnier".
-Puedo explicarlo.
-Señor Castillo, le agradecería que me facilitase mi trabajo.
Es muy tarde para todos.
No voy a andarme con rodeos, hay una mujer muerta y dos desaparecidas, y todas las pruebas que tenemos le apuntan a usted como principal sospechoso.
Yo no le he hecho nada a nadie.
Ya.
Tiene antecedentes por malos tratos, ¿no es cierto?
Sí, pero es mentira.
Mi mujer me denunció para echarme de casa.
Por eso tuve que irme a vivir al sótano del hospital, porque no tenía dónde ir.
Pero yo jamás le he puesto la mano encima, se lo juro por mi madre que en gloria esté.
¿Dónde están Catherine Le Monnier -y Sara Guzmán?
-Que no lo sé.
Sí lo sabe.
Tenemos la grabación de las cámaras de seguridad en las que se le ve sacando a la doctora Guzmán del hospital.
¿Cómo?
¿De qué me está hablando?
De esto.
¿Qué?
¿Cómo?
¿Pero...?
Sí, pero yo no sabía que era ella.
Yo solo recibí la orden de ir a recoger a una paciente a esa habitación y llevarla a la ambulancia que esperaba afuera.
¿Y quién le dijo que fuese a recogerla?
No, no, nadie, estaba en mi orden de trabajo.
¿Y quién estaba en la ambulancia esperando para recogerla?
-Un chico joven.
-¿Lo conocía?
Eh, no.
No lo había visto nunca.
Ni al chico, ni a la empresa de ambulancias.
Qué casualidad, no conocía al chico, no conocía la empresa de ambulancias, no sabe qué hacia la sangre de Catherine en el sótano donde usted reconoce que vive.
Me lo está poniendo realmente difícil.
La sangre apareció allí... porque Catherine intentó suicidarse.
¿Qué ha dicho?
Hace unas semanas vi a Catherine muy extraña.
Era, era una buena chica, una chica muy alegre, siempre estaba sonriendo, pero hacia días que estaba rara.
Una noche la vi en un quirófano cogiendo un bisturí y me extrañó, y por eso la seguí.
Cuando la encontré, estaba en el sótano, y se había cortado las venas.
-¿De qué está hablando?
-La subí arriba y la atendieron.
-¿Quién la atendió?
-No lo sé, no lo recuerdo.
¿Y por qué no ha contado esto del intento -de suicidio hasta ahora?
-Supuse que ya se lo habrían dicho alguno de los doctores, ¿cómo iba yo a saber que ustedes no estaban al tanto?
¿Y cómo puede ser si eso sucedió que no haya ningún parte médico que lo certifique?
Le juro...
Deja de jurar y cuénteme la verdad.
!¡Que yo no le he hecho nada a ninguna de esas mujeres, no sé dónde están!
Mire, señor, yo cumplo órdenes, no hago preguntas.
Es la manera que uno tiene de conservar su trabajo en un lugar como el policlínico.
No digo que yo sea un santo, pero no soy un asesino.
!¡Se lo juro!
¿Qué ha hecho con el informe 2046 que cogió del despacho de la doctora Guzmán?
¿Y cómo sabe que yo fui a coger ese informe?
¿Qué hizo con él?
Se lo entregué a la directora.
A doña Adela.
Fue ella quien me pidió que fuese a buscarlo y se lo llevase.
De la señora directora me encargo yo.
Está mintiendo.
Déjeme interrogarle.
¿Sabía usted algo del intento de suicidio?
Por supuesto que no.
Sino, se lo habría dicho.
Llevo investigando en este caso desde el primer día, y no hay ningún indicio de que haya intentado suicidarse, ninguno.
Es mentira.
Haga el favor de calmarse.
Catherine es una chica de buena familia, joven, con un buen trabajo.
¿Por qué iba a intentar suicidarse?
Tal vez sufría depresión.
¿Ha mirado en su historial médico?
Desde luego, y no hay absolutamente nada, se lo aseguro.
No me gusta que jueguen conmigo, ni que se dude de mi profesionalidad.
Es posible que Ginés Castillo esté mintiendo.
Sea como sea, en ese sótano había sangre de Catherine, -y eso es un hecho.
-Entonces hay que encontrarla antes de que sea demasiado tarde.
Puede que te duela un poquito.
Hay cosas que duelen más.
Venga.
Será solo un momento.
-Ya.
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-Espera, no hable ahora.
-Por favor.
¿Con quién se acostaba Isabel?
-Enrique... -No me mientas.
Creo que deberías hablar con Belén, ella era su amiga.
Pues, precisamente por eso no me va a decir nada.
Ella le ayudaba.
Supuestamente se iban juntas en sus escapadas de amigas.
Pero ¿qué más da eso ahora?
Porque no tuve cojones de preguntárselo a Isabel mientras estaba viva.
Y siento mucho hacerte pasar por esto, pero necesito saberlo.
Lidia, por favor.
Yo...
Lo siento, Enrique.
Pero de verdad que no sé nada.
Venga.
Vamos a acabar con esto.
[música de suspenso] [Enrique] ¿Miguel?
Enrique.
¿Qué, qué haces aquí?
Creía que estabas en comisaria.
Me han soltado.
Al parecer han encontrado al verdadero culpable.
Bien.
-¿Estás bien?
-Sí.
No.
Yo, Enrique, quería decirte que... siento muchísimo lo de Isabel.
Yo la apreciaba mucho.
Todos aquí lo sentimos.
-Gracias.
-Si necesitas algo, pues, ya sabes donde estoy.
-Lo que sea.
-Sí.
[música dramática] Enrique.
¿Qué haces aquí?
Se lo dije, Lola.
Soy inocente.
¿Y el niño?
Durmiendo en su habitación.
-No, no irás a despertarle.
-Es mi hijo, y lo quiero ver.
Espera, me ha costado mucho dormirle, el pobre estaba... Salga de aquí.
Enrique, yo...
Lo siento.
No debí decir las cosas que dije.
Demasiado tarde para eso.
Todo es muy duro.
Estamos todos muy nerviosos.
Váyase a su casa y déjenos en paz.
Enrique, espera, piénsalo, por favor.
Ya no la necesitamos.
No quiero volver a verla por aquí.
¿Cómo me voy a ir sin despedirme de mi nieto?
Adiós, Lola.
[música de suspenso] [golpean la puerta] ¿Sí?
-¿Ya se iba, doña Adela?
-Sí, inspector.
Ha sido un día muy largo.
Para todos, doña Adela, para todos.
¿Sabe usted eso de que la policía nunca duerme?
-Pues, es mentira.
-¿Qué quiere, inspector?
Ah, es verdad que usted ya se iba, no quiero molestarla.
El expediente 2046, de la doctora Guzmán.
-¿Perdón?
-Ya sé que usted es muy estricta con la confidencialidad de sus pacientes, bueno, pero no hay nada que nos guste más a la policía que las personas que cumplen con la ley.
No sé que está insinuando, pero salga inmediatamente de mi despacho.
No tengo ningún problema en irme.
Es más, se puede venir conmigo, detenida.
Usted está loco, inspector.
No tiene ninguna prueba contra mí.
Nada.
Tengo la declaración de la persona que robó ese informe por orden suya y después se lo entregó, Ginés Castillo, el celador.
Y ahora mismo el principal sospechoso del caso, algo que no la deja a usted en muy buen lugar, ¿no cree?
Colabore.
Así me ahorra usted trabajo, y yo le ahorro la vergüenza de salir esposada como si fuera un político de la Gurtel.
[música de suspenso] Gracias.
Catherine Le Monnier, la francesa.
Esto complica las cosas.
Catherine asistía a la consulta de la doctora Guzmán.
Claro, y usted creyó que la relación entre estas dos mujeres que desaparecieron en su hospital, pues, no tenía ningún tipo de interés para la investigación, ¿verdad?
Solo quería proteger su intimidad.
En ese informe no hay nada que aclare en dónde se encuentran ninguna de las dos.
Mire, doña Adela, los médicos que operen, y la policía decidirá lo que es o no es importante para una investigación, ¿estamos?
Estamos, inspector.
¿Algo más?
Tenía entendido que la doctora Guzmán grababa las sesiones y las guardaba en la misma carpeta del expediente.
Es todo lo que tengo.
No hay más.
Me está mintiendo, doña Adela.
Inspector, no hay más.
Me ha pedido el informe y se lo he dado, ahora póngame las esposas, o salga de aquí.
[música de suspenso] -Doña Adela.
-¿Qué?
Que descanse.
[teléfono] [Vidal] Comisario, tengo una noticia buena y una mala.
-Vidal.
-Venga, empezaré con la buena.
Tengo el informe.
No se lo va a creer.
-Es de la francesa.
-¿Catherine?
Iba a terapia con Sara Guzmán.
-¿Qué más?
-[Vidal] Pues... mucha jerga médica, algo sobre un cuadro de ansiedad y depresión, receta de ansiolíticos.
Eso apoyaría la versión del suicidio que nos ha contado el celador.
¿Cuenta las razones de la depresión?
-No.
-Bueno, eso lo veremos en los videos de la terapia.
Esa es la mala noticia, comisario.
No hay ni rastro del CD.
Para mí que la directora se ha deshecho de él.
Pues, si se ha deshecho de él, hay que encontrarlo.
Que miren en los contenedores del hospital, o en el vertedero si hace falta.
Me da igual, hay que encontrar ese CD.
¿Quiere que me ponga con ello?
Hemos localizado la empresa de ambulancias que recogió a la psiquiatra.
Ve para allá.
Del CD que se encarguen los chicos.
Sí, señor.
Les va a encantar.
[ríe] ¿Sabes por qué me mandaron a esta misión?
-Porque eres el mejor.
-¿Cómo lo sabes?
Porque a mí me mandaron por lo mismo.
Así que no te quejes.
Estira.
[música dramática] Míralo por el lado bueno, cuando vuelvas a París, podrás decir: "He robado un carrito de la limpieza".
Genial.
Bueno, al menos no es la basura del quirófano.
Y esto es lo que estábamos buscando, ¿no?
Efectivamente.
[música dramática] "Catherine Le Monnier.
Expediente 2046".
[sirena de ambulancia] Hola.
Quería hablar con el encargado.
Pues, ahora mismo no está.
¿Puedo ayudarle en algo?
Quería saber quién de sus empleados hizo ayer un servicio en el Hospital Policlínico Montalbán.
No puedo darle esa información sin permiso de mi superior.
Busca, o te vas a hartar de multas el resto de tu vida.
No, no, no ha habido ningún servicio al Policlínico recientemente.
Busca bien, que yo te aseguro que sí hay algo.
No, se lo juro, mírelo usted si no se fía de mí.
Pues, vaya.
Una ambulancia desapareció durante unas horas.
¿Cuál es?
Tenemos la ambulancia que sacó a la psiquiatra del hospital.
El de las ambulancias dice que, como la robaron durante unas horas, pero luego la devolvieron, -que no se puso denuncia.
-¿Y le crees?
Bueno, por una vez, y sin que sirva de precedente, sí.
Está bien.
Que los de científica la analicen -a ver qué encuentran.
-Están con ello.
Ah, y tengo algo que le va a alegrar.
La ambulancia llevaba un sistema antirrobo que registra todos los lugares donde estuvo.
Muy bien.
Encárgate.
"Encárgate".
[sirena de policía] [música de suspenso] Igual está ahí dentro la francesa.
La francesa tiene nombre, muestre más respeto.
[música de suspenso] Aquí no hay nadie.
[música de suspenso] Mire, la peluca.
!¡Ah!
[música de suspenso] [habla en francés] Sara Guzmán.
Creo que aún respira.
Solo he visto la herida -en la cabeza, no la he movido.
-Sara, vamos, vamos.
A todas las unidades, buscamos un sospechoso en los alrededores del lugar del secuestro.
Están llevando a la doctora Guzmán al hospital.
-Está muy grave, -¿Cree que sobrevivirá?
-!¡Está fibrilando!
-!¡Rápido, palas!
Un, dos tres.
!¡Fuera!
Comuníquele al comisario Casas los avances de la investigación.
Dime que no van a encontrar nada que te implique.
Ya te cubrí con lo de Catherine, y no quiero tener -que volver arrepentirme.
-Parecen restos de aceite de un vehículo.
Yo diría que es de una moto -por la forma y distribución.
-Dime que lo que le está pasando a Sara no tiene que ver con lo que tú y yo sabemos.
-¿De qué estás hablando?
-Lo sabes perfectamente.
Señor Castillo, ¿por qué destruyó el DVD -de Catherine Le Monnier?
-!¡Yo solo se lo entregué -a doña Adela!
-¿Por qué dice Ginés que ustedes creen que está colaborando con alguien?
Quiere eso decir que el asesino todavía está suelto, ¿no?
Todo el mundo es sospechoso hasta que no se demuestre lo contrario.
-Enrique.
-Lo sé todo, hijo de puta.
-No sé de qué hablas.
-Lo sabes perfectamente.
Fue un error, nos equivocamos.
Lo siento, Enrique.
!¡Enrique!