[timbre] Juan Luis.
Lamento mucho molestarla a estas horas.
No, no, por Dios, pase.
¿Está usted bien?
Todo ha terminado.
Me han cesado del gobierno.
Mañana será público el cese en el cargo de Ministro de Asuntos Exteriores, Don Juan Luis Beigbeder y Atienza, expresándole mis reconocimientos por los servicios prestados.
La actitud, dice, tiene, tiene bemoles la cosa.
- Gracias.
- Lo siento.
Ayer por la tarde estuve reunido con Franco para comentarle algunas cuestiones sobre su próxima reunión con Hitler en Hendaya.
Traté de convencerle de lo poco conveniente que es para España entrar en la guerra del, del lado del Eje.
Estuvo tan cordial que hasta recordó los tiempos que compartimos en África.
¿Eran amigos?
No, la verdad.
De hecho, creo que Franco nunca me tuvo la más mínima estima.
A mí tampoco me fascinaba él.
¿Qué quiere que le diga?
Siempre tan serio y tan obsesionado por el escalafón y los ascensos.
Bien sabe Dios que yo no soy ningún liberal, pero me repugna el totalitarismo megalómano que ha emergido Franco tras la victoria.
Ese engendro de España, "una, grande y libre", me revuelve las tripas.
No se acerque a la ventana, por favor.
Le pueden ver desde la calle.
Querían mi cabeza para mostrar su lealtad a los alemanes.
Pues ya la tienen.
No hacía falta pisotearme.
¿Qué le han hecho?
Franco y Serrano han hecho correr el bulo de que Rosalinda me ha obligado a traicionar a mi país.
Querrá el cuñadísimo darme a mí lecciones de moralidad.
Y ahora me envían a Ronda bajo arresto domiciliario, y a saber si no querrán abrirme un consejo de guerra y liquidarme de buena mañana contra cualquier paredón.
Lo siento, Sira.
No, no pretendía invadir su casa - a estas horas.
- No, no, no.
Necesito que haga algo por mí.
Claro.
Son para Rosalinda.
Necesito que lleguen hasta Lisboa.
- ¿Está en Lisboa?
- Sí.
Supimos que la Gestapo andaba tras ella y tuvo que salir del país.
Hágaselas llegar a Alan Hillgarth.
Él podrá entregarlas a través de la valija diplomática de la embajada.
De acuerdo.
Lo haré.
¿Sabe?
Yo he querido mucho a Rosalinda.
La he querido muchísimo.
No sé si volveré a verla, pero, si no lo hiciera, dígale, dígale que habría dado mi vida por tenerla a mi lado en esta noche tan triste.
¿Te importa que me sirva otra copa?
No hace falta que me lo pregunte.
Gracias.
Vaya a verla en cuanto pueda en Lisboa.
Se alegrará de pasar unos días con usted.
La dirección está en las cartas que le he dado.
Bueno.
Será mejor que me vaya antes de que me echen de menos.
Rosalinda recibirá sus cartas.
Se lo prometo.
Todo pasará, Juan Luis.
Dele tiempo.
Antes o después, todo pasa.
Dios la oiga, Sira, Dios la oiga.
[música sentimental] [Sira] "Beigbeder me entrega cartas para señora Fox, Lisboa, por valija diplomática.
Espero instrucciones urgentes".
[truenos] [música dramática] [truenos] [música dramática] [truenos] [música dramática] [claxon] [música dramática] Arranque.
[truenos] [goteo] [Ignacio] Cuánto tiempo, Sira.
Cuánto tiempo.
[truenos] Ignacio.
Cómo hemos progresado, ¿eh, Sirita?
¿Qué haces aquí?
¿Así saludas al que un día fue tu prometido?
He venido a verte.
Sécate y cámbiate de ropa.
Tenemos que hablar.
Pero ¿qué quieres, eh?
¿Y cómo has entrado aquí?
¿Se puede saber por qué me estás vigilando?
Despacio, Sira, despacio.
Las preguntas de una en una.
No te me alborotes.
¿Te importa que me sirva una copa?
Tienes que irte.
Me tienes que sacar de tu cabeza.
Nada me gustaría más, te lo juro.
Pero no puedo hacer eso, cariño.
Trabajo para la Dirección General de Seguridad del Ministerio de Gobernación.
Estoy a cargo de la vigilancia de los extranjeros que se instalan en Madrid con indicativos de permanencia.
¿Y eso qué tiene que ver conmigo?
Todo, porque, según he oído, ahora eres ciudadana marroquí, ¿no?
¿Qué quieres?
[trueno] Vete a cambiar de ropa, que vas a pillar una pulmonía.
Y luego quiero ver tu documentación.
[truenos] [Ignacio] No cierres del todo.
[música dramática] [Sira] Ignacio.
Pasaporte.
"Arish Agoriuq".
Cumple años el mismo día que tú.
¿Coincidencia?
¿Se puede saber a qué se debe este cambio de nacionalidad?
Me robaron el pasaporte, y en plena guerra no podía pedir uno nuevo.
Una amiga me consiguió la nacionalidad marroquí para poder viajar sin problemas.
¿Y el nombre?
Es cherja, un dialecto de las cabilas del Rif.
Pesaron que era mejor hacerlo más árabe.
[Ignacio] "Arish Agoriuq".
¿Y tu novio?
Por el que me dejaste, digo.
¿Dónde está?
Mi vida privada no te importa.
¿Cuál es el objetivo de tu estancia en Madrid?
Trabajar, coser, como siempre.
- Esto es un taller de costura.
- Enséñamelo.
[música de suspenso] Enséñame tu habitación.
[música de suspenso] Mi habitación.
[música de suspenso] Creo que te estás pasando de la raya.
¿También vas a registrar mi ropa interior?
Ya está bien.
[música de suspenso] No me tomes por imbécil, Sira.
Sé perfectamente quién ha montado esta farsa del taller.
Esto no es ninguna farsa.
Aquí lo único que hago es trabajar de 9 a.m. a 9 p.m. ¿Qué tienes que ver tú con el ministro Beigbeder?
Es un amigo de los tiempos de Tetuán.
Bien amigo tuyo debe ser cuando ayer pasó toda la noche en tu casa.
No es mi amante, si es lo que estás pensando.
Yo no soy la mantenida de ningún ministro.
Beigbeder es un traidor vendido a los británicos.
¿Sabes lo que es, hmm?
Un imbécil encoñado de una zorra inglesa.
No me gusta la persona en la que te has convertido.
¿Y se puede saber quién eres tú para juzgarme a mí?
¿Qué?
¿Te crees superior por haber pasado la guerra en África y venir ahora con aires de gran señora?
Te juzgo porque te he querido mucho, y porque, aunque no lo creas, te deseo lo mejor.
A ti no te importa nadie más que tú, Sira.
¿O acaso te has interesado por saber qué fue de los tuyos después de la guerra, eh?
¿Se te ha ocurrido ir a tu barrio para preguntar por ellos, para saber si alguien necesita que se le eche una mano?
Yo te lo cuento, si quieres.
Tu vecino Norberto, por ejemplo, cayó en Brunete.
A su hijo mediano lo fusilaron nada más entrar las tropas en Madrid, los nacionales.
El pequeño anda en el penal de El Dueso.
Y a tu amiga la Sole un miliciano le hizo mellizos y luego desapareció.
¿Sabes a lo que se dedica ahora?
Anda ofreciéndose a los descargadores del mercado de La Cebada, pidiendo una peseta por cada servicio que hace allí mismo contra los ladrillos de la pared.
Ignacio, por Dios, cállate ya.
Y tu antigua jefa, doña Manuela, lo último que sé es que perdió su taller.
Andaba haciendo apaños en una mercería de La Calle del Águila o algo así.
Y a la Trini, la panadera, ¿te acuerdas..?
Ignacio, ya está bien.
Por favor, ya.
Ya no más.
Tú no puedes darme lecciones morales, porque si yo soy malo, tú eres peor.
No eres más que una egoísta.
Ahora me tengo que ir, pero me temo que no te vas a librar de mí tan fácilmente.
No hace falta que me acompañes.
[música sentimental] [puerta se cierra] [música sentimental] [niña] Sira.
Sira.
[mujer] Si volvemos pronto, jugáis juntas esta tarde.
- Te lo prometo.
- [niña] Vale.
[mujer] Hmm, sí que te tiembla el pulso.
Si no sale a la primera, a la segunda, si no, a la tercera.
La costura es paciencia, paciencia y más paciencia.
[música sentimental] Arranque, por favor.
Vamos a otro sitio.
[música sentimental] ¿Señorita Agoriuq?
Sí, soy yo.
El doctor Rico la está esperando.
- Acompáñeme, por favor.
- Gracias.
[música sentimental] Siéntese, por favor.
No tengo mucho tiempo, así que le agradecería - que hablara sin rodeos.
- Bien.
No, gracias.
Beigbeder vino a verme la noche antes de su destitución.
¿Qué?
Estaba muy nervioso y pensé que, que quizás hablando conmigo se serenaría.
¿Qué quería Beigbeder de usted?
Pues me entregó unas cartas para Rosalinda.
Estoy segura de que ustedes sabrán cómo hacérselas llegar.
Lo haremos.
¿Y ahora qué va a pasar con él?
Aún no lo sabemos.
Una vez que sea librado de ministro incómodo, suponemos que la presión de Alemania se incrementará.
Por eso debe mantenerse alerta y estar preparada para cualquier contingencia.
Tenga especial cuidado con las personas sospechosas a su alrededor, y no descarte la posibilidad de que la tengan vigilada.
¿Pasa algo?
Parece nerviosa.
No, no, no.
Es que la visita de Beigbeder me desconcentró, pero ya estoy bien.
De verdad, no se preocupe.
¿Qué tal va el trabajo en el taller?
Pues la verdad es que estamos de pedidos hasta arriba.
Está a punto de celebrarse un importantísimo baile de debutantes.
Lo sabemos.
Es la puesta de largo de la hija de un alto cargo español con excelentes contactos entre los alemanes.
Ahora debía estar más alerta que nunca a las conversaciones de sus clientas.
El problema es que no doy abasto.
No tengo tiempo.
Cojo menos clientas o necesito un par de manos más para coser.
Esta puesta de largo es muy importante, así que contrate a alguien de su confianza, sin pasado rojo ni implicación política.
Lo dejo a su elección, y si me necesita, siga el protocolo.
[música sentimental] [golpes en la puerta] Usted me dice, señora.
- Sira.
- Soy Sira, doña Manuela.
[Manuela] Ay, Sira, hija mía.
!¡Ay, qué alegría, hija!
!¡Ay!
Pero ¿cómo me has encontrado, hija?
Me dieron su dirección en la mercería en la que trabaja.
Ay, Sira.
Tengo tantas cosas que contarle.
Ay, sí, te invitaría a entrar, pero es que no tengo... - No, no.
- No tengo que ofrecerte.
No se preocupe.
Tengo un taxi abajo.
Si quiere, le invito a tomar un café y le enseño dónde vivo.
Mejor, mejor.
Enseguida voy, hija, enseguida voy.
¿Sabe algo de alguien del taller?
¿De Paquita?
Yo no sé nada.
Hace muchísimo tiempo que las perdí de tiempo.
Le quería preguntar una cosa.
Tú dirás.
¿Se querría venir a coser al taller conmigo?
No, hija.
Ande, diga que sí, por los viejos tiempos.
Qué maravilla.
Pues aquí es donde cosemos.
Ya ve que no damos abasto.
- ¿Todo esos son pedidos?
- Ajá.
Se va a celebrar una puesta de largo, y están todas las niñas como locas, que todas quieren estrenar vestido.
- Ya veo.
- Hola, guapas.
- ¿Cómo os llamáis?
- Dora y mi hermana Martina.
Ella es la señora doña Manuela.
Ella me enseñó a coser cuando yo era así.
Ya me ha dicho la señorita que coséis muy bien.
Dora, tú de aquí en adelante te vas a encargar de montar las mangas, ¿eh?
Y tu hermana los dobladillos.
Así, si organizamos el trabajo con un poco de cabeza, iremos más rápido.
Ah, y de aquí en adelante quiero que todos los pedidos pasen por mí, así puedo organizar - la semana con antelación.
- Muy bien.
¿Cómo andamos de hilo?
- Hmm.
- Regular.
Bueno, una de vosotras va a tener que ir a Pontejos - a por unos carretes.
- [ambas] !¡Yo!
Uy, pero bueno, ¿y a qué viene esa prisa por salir a la calle?
Que se va a pensar doña Manuela que soy un ogro.
No, señorita.
Es que las dos queremos ver si el chico guapo sigue ahí.
- ¿Qué chico guapo?
- [Dora] Un hombre en un coche.
Lleva toda la mañana sin quitar el ojo al portal.
- Yo creo que le gusta Martina.
- [Martina] No.
Lo que tenéis en la cabeza son muchos pájaros, me parece a mí.
No quiero oír hablar de líos de chicos, y a partir de ahora, si volvéis a verle, me lo contáis, ¿está claro?
- Sí, señorita.
- No quiero que habléis con él.
¿Me habéis entendido?
Bueno.
Bueno, niñas.
A trabajar.
[música de suspenso] ¿Qué ocurre, hija?
¿Qué te pasa?
Pues que anoche vino a verme Ignacio.
¿Qué Ignacio?
¿Tu Ignacio?
Sí.
Ahora trabaja para el ministerio, y yo creo que me está vigilando.
El hombre del coche del que hablaban las niñas, pues es verdad, está allá abajo y no le quita ojo al portal.
Pero ¿por qué te vigila?
Pues yo creo que es porque cuando volví de Marruecos tuve que llegar con un nombre nuevo y un pasaporte marroquí, pues Ignacio cree que yo estoy metida en algo turbio.
¿Y lo estás?
Doña Manuela, por favor.
Yo creo que está molesto por lo que le hice, y entonces ahora me quiere incordiar.
Le rompiste el corazón, hija.
Pero bueno... Antes o después se le pasará.
Digo yo que se dará cuenta.
El hombre del coche se cansará de estar ahí plantado y nos dejará en paz.
[música de suspenso] [voces indistintas] [música tranquila] [sollozo] La pobre, con los nervios, ha adelgazado muchísimo.
Voy a estar horrible.
Voy a ser el hazmerreír de todas.
Cariño, no digas eso.
Alba, Alba, no te preocupes, ¿hmm?
Que esto tiene un arreglo sencillísimo, de verdad, que es una tontería.
Ven conmigo.
Alba, ven conmigo al espejo.
¿Mh?
Venga.
No te angusties.
Ven.
Vamos a ver.
Lo que vamos a hacer es cortar el tirante y meterlo, ¿mh?
Después, sujétate.
Estrechamos aquí.
Vas a estar preciosa, cariño.
Martina, llévatela con doña Manuela a que le tome medidas, ¿sí?
Y luego que se cambie.
Anda.
Venga, llorona.
Ay, muchísimas gracias, de verdad.
- No sé cómo agradecérselo.
- No.
Ni se imagina el disgusto que tenía la pobre.
No se preocupe.
Es mi trabajo.
Pero es que lleva todo el año soñando con su puesta de largo y, en fin, - como nosotras a los 18.
- Claro.
Tuviera su edad de nuevo, ¿no?
Ya le digo.
Ahora que lo pienso, ¿le gustaría asistir al baile?
Invitarla es lo menos que puedo hacer para darle las gracias.
No, no, no, de verdad, no se preocupe.
No hace falta.
[mujer] Por favor, diga que sí.
Será un placer contar con usted.
[golpes en la puerta] Adelante.
Disculpe, señorita.
Doña Manuela ha mandado recado.
Dice que está enferma y se va a quedar en cama.
Mañana no podrá venir a trabajar.
Vaya por Dios.
Pero si estaba perfecta cuando se fue.
- Bueno, gracias.
- Buenas noches, señorita.
Buenas noches.
"Invitada a puesta de largo.
Preciso instrucciones".
[música dramática] - [Sira] Hola.
- Sira, no te esperaba.
[Sira] Me dijeron que se encontraba enferma.
- ¿Cómo está?
- Ah, sí, sí, eh, ayer cuando salí del trabajo me encontraba muy mal.
Ya, ya estoy bien, ya ves.
- Me alegro.
- Gracias por preocuparte.
- Nos vemos mañana.
- ¿Puedo pasar un momento?
Necesito hablar con usted.
Pasa, hija, pasa.
No tengo nada que ofrecerte.
¿Y si hablamos mañana mejor?
Es que esta casa es más, como dicen, más incómoda de lo que me gustaría.
De eso precisamente quería hablarle.
Ya.
Me acabo de cruzar con la portera, y me ha dicho que tiene que dejar el piso lo antes posible.
Eh, no le hagas demasiado caso.
Esa mujer ladra mucho, pero no muerde.
Pasa, hija.
Pero usted no tiene ninguna necesidad de vivir aquí.
Mi taller es muy grande, y podríamos vivir muy cómodas las dos.
Si se empeña, podría cobrarle hasta un alquiler simbólico.
Eres muy generosa, hija, y te lo agradezco, pero no.
Piense todo el tiempo que se ahorraría en desplazamiento.
No insistas.
Además, no quiero ser una molestia.
Pero si es que no es ninguna molestia.
Si le soy sincera, también, también me siento un poco sola.
Lo siento, hija.
[tos] ¿Hay alguien más en la casa?
Quién iba a ver.
[música de suspenso] Pero ¿qué está pasando?
¿Hmm?
No preguntes, hija.
Te lo digo por tu bien.
Doña Manuela, cuéntemelo, que, sea lo que sea, la puedo ayudar.
[tos] Anda, ven.
[música de suspenso] [tos] ¿Paquita?
¿Sira?
!¡Sira!
Paquita.
Paquita.
[Paquita] Ay.
- ¿Cómo estás, Paqui?
- Bien.
[tos] Solo he cogido un poco de frío.
Lleva todo el día con mucha fiebre.
Por eso no he ido a trabajar.
Tengo que cuidarla.
Estoy bien.
Se me pasará.
Tú, sin embargo, estás guapísima.
Madre del Amor Hermoso, si casi no te reconozco.
[tos] ¿Cómo estás?
- ¿Y Ramiro y Tánger?
- Bien.
Un día te contaré.
Bueno.
Ahora Sira es nuestra cómplice.
Bienvenidos al río.
Os voy a hacer una sopita.
Ay, Sira, ¿cómo estás?
Cuéntame.
Yo pensaba que no te iba a ver más.
- Y mira.
- Mira.
[música sentimental] [Paquita] Mira.
Ay.
Qué pequeña.
¿Y Emilio qué tal?
¿Cómo está?
Emilio ha muerto, Sira.
Lo hirieron en el frente.
Murió en mis brazos.
Lo siento mucho.
Al día siguiente deserté.
Íbamos a perder la guerra igualmente.
Y, aunque no hubiera sido así, si la muerte de Emilio me enseñó algo es que no merece la pena morir por tus ideas.
Mira.
Qué guapo.
Bastante duro es perder a un padre.
No podía dejar a mi hijo completamente huérfano.
¿Tienes un hijo?
- No lo sabía.
- Sí.
Mira.
Ay.
Me quedé embarazada cuando te fuiste.
Es un niño.
Mira aquí.
Se llama Elías.
Es lo que más quiero en este mundo.
Claro.
Nunca debimos separarnos de él.
Si no hubiéramos ido al frente, si nos hubiésemos marchado de España, pero no teníamos dinero, Sira.
Emilio quería luchar.
No podíamos hacer otra cosa.
Durante la guerra lo dejamos en Madrid con mis cuñados, el hermano de Emilio y su mujer.
Ellos ya tenían dos hijos y no les importaba cuidar de él.
Cuando murió Emilio, volví a por él y... y se negaron a devolvérmelo, Sira.
Según ellos, Elías no tiene ningún futuro conmigo.
Yo creo que, de alguna manera, me, me culpan de la muerte de su hermano.
Dicen que antes de que me lo lleve me denunciarían a los nacionales.
[Sira] Paqui... Paqui, Paqui, yo te voy a ayudar.
Ahora te voy a ayudar.
[música sentimental]